¿Por qué se nos arruga la piel de las manos y los pies cuando permanecemos mucho tiempo en el agua?


Cuando permanecemos mucho tiempo en el agua, las yemas de los dedos de manos y pies se arrugan, pero, al poco tiempo de salir de ella, vuelven a su estado natural. Esto no ocurre porque hayamos envejecido repentinamente, sino que es un fenómeno físico perfectamente explicable.

La piel humana consta de tres capas: la más profunda es el tejido subcutáneo, que contiene vasos sanguíneos, nervios, tejido conectivo y grasa. A continuación está la dermis, donde se sitúan las raíces del pelo. Y, por último, está la capa más superficial, la epidermis, que protege a las capas más profundas y ayuda a conservar el agua corporal.

A su vez, la epidermis consta de cuatro capas: la de las células basales, la de células escamosas, la granular y el estrato córneo. Ésta última es la más superficial, la que tocamos, y en ella se forma, a su vez, una capa externa de células muertas y de queratina. Y, puesto que las manos y los pies son las partes del cuerpo que más utilizamos, sufren mayor desgaste y esta capa citada es más gruesa.

La piel, aunque es la principal barrera de nuestro organismo, no es impermeable y, al bañarnos, absorbe agua. Al hacerlo, la epidermis se hincha, pero como está ligada a la capa inferior y el líquido se sitúa entre ambas, éstas no se separan totalmente y se forman las arrugas, que son mayores en manos y pies por la mayor cantidad de células muertas y queratina que tienen.

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